miércoles, 18 de mayo de 2011

Anomia Social y el "Crímen Organizado"



 Por: Eduardo Catalán FB








La desesperanza, el desconcierto e incertidumbre política que sobrelleva la población actualmente; agravados por ciertos patrones promovidos desde la clase gobernante, hacen que proliferen conductas delictivas y antisociales entre los sectores de menor poder adquisitivo. Sin embargo, los delitos perpetrados por el "crimen organizado" son producto de la Anomia Social. Es decir, las fechorías ideadas por "una mente criminal" que tiene acceso a canales institucionalizados –o que pertenece a los mismos-, dónde consigue información clasificada o del flujo del dinero para apropiárselo y repartirlo entre sus secuaces o grupo de poder. Revelar información confidencial para cometer delito escapa del control de los custodios del Orden. Ya que, al ser premeditado en las sombras, no se tiene la certeza de dónde y cuando se dará el golpe. Permite además, la posibilidad que alguno esté involucrado y evite patrullar por el lugar mientras todo sucede. Especulando al respecto podríamos pasarnos el día entero.







Lo que es un hecho es que, frente al “crimen organizado”, la ciudadanía está desprotegida. La institucionalización del peculado trasluce la Anomia Social que experimenta una Nación en general. La Anomia es un fenómeno social originado por la desatención de los Gobiernos de las funciones que lo definen de manera deontológica por antonomasia.







¿Qué quiere decir esto? Que, las instituciones privadas y estatales evidencian comportamientos contrarios para los cuales fueron creadas. Existe Anomia Social, cuando el banco roba; el colegio corrompe. Cuando los empleos son una estafa o cuando los centros de estudios pierden valor por pertenecer a sectores populares. O cuando se engaña en el peso; o se venden las cosas con fechas expiradas o en mal estado. Cuando se desvaloriza los productos nacionales frente a los importados. Y, claro, cuando la policía es corrupta, los jueces están comprados; o las licitaciones públicas son una farsa; o cuando se comercializa con la salud y la desgracia. Cuando los alcances del Estado no tienen nada que ver con la Canasta Familiar. Otra muestra grave es cuando la milicia se entromete en la Democracia. La Anomia es la pérdida de los Valores morales y sociales dentro de una sociedad, como producto del fracaso del programa del gobierno aplicado y de la ineficacia de la Ideología imperante.







Todos estos indicadores determinan la existencia de Anomia en una sociedad. Lo peor es que los efectos de la Anomia Social son irreversibles y queda sólo detenerla. Porque la persona pública, privada o jurídica que ha descubierto que robando, corrompiendo o asesinando,  puede llegar más lejos que honradamente, nunca va a cambiar de parecer. La Anomia se detiene de menor a mayor. El cambio debe empezar por la integridad propia, por los hogares. De allí, a las calles, los distritos, las provincias, las Regiones, la Nación en general. Poner coto a la Anomia implica un reclamo solidario sin distinciones ideológicas de todas las personas comunes, hacia las Autoridades, la Empresa, el Espectáculo, la Educación, el Deporte, la Prensa, el Teatro, la Cultura. Un “de pie” enérgico, para que no se atropellen más las Garantías Sociales.







El poder de la gente, del consumidor, del votante, del televidente, del radioescucha, de los estudiantes, de los trabajadores, de las amas de casa, de las Redes Sociales, etc., etc. Resulta inconmensurable, si en este sentido existiera un consenso. Y los gobernantes lo saben; pero también conocen nuestras debilidades y por eso se valen del engaño, la coima, la corrupción, la desinformación y del enfrentamiento de intereses para adormecer el espíritu crítico y comprar la opinión. Por todo esto, una necesidad capital, es superar la adolescencia de nuestras Democracias lo más pronto posible.







No hay comentarios:

Publicar un comentario